EspecialColumnista8 Años de la Firma del Acuerdo con las FARC, Desafíos y Avances de la Implementación

8 Años de la Firma del Acuerdo con las FARC, Desafíos y Avances de la Implementación

Por: Maricela Londoño

Al cierre de esta edición, continúa la agenda del 8º Aniversario de la Firma del Acuerdo de PAZ hasta el próximo 30 de noviembre, donde finalizará en Aracataca – Magdalena con el conversatorio Obras por Impuestos: Gobierno y Empresarios Construyendo Paz Territorial, un balance de los proyectos financiados e implementado a través de este mecanismo en los Municipios PDET y ZOMAC.

Este 8º aniversario inició el pasado 14 de noviembre con el Conversatorio: Gobernanza para la Paz, Articulaciones Interinstitucionales y Sociales necesarias para la implementación del Acuerdo en Colombia, una mirada desde la Secretaría Técnica del Componente Internacional de Verificación CINEP-CERAC, un momento que compartió escenario de manera simultánea con la Cámara de Comercio de Valledupar, Manaure y Tierra Grata con la puesta en escena de ¡La Paz es Vallenato!

Miles de personas se han movilizado de todos los rincones del país, lugares y pueblos del mundo, a conmemorar que hace 8 años inició un nuevo diálogo en Colombia, y no era precisamente con el grupo armado, aunque así ha sido, me refiero a una forma distinta de hacer las cosas, romper el paradigma que representaba hacer el cambio a través de las armas y empezar a ponernos de acuerdo hablando, a través de la palabra, del diálogo.

 

“Un Desafío por cumplir” 

“Parar las balas pa´ echar lengua,” Así decía mi tía Sofía, la Paz, el fin del conflicto un tema urgente y necesario que se ponía nuevamente en la opinión pública al debate de toda la sociedad colombiana, de América, del mundo, la necesidad de vivir en un país en paz, sin miedo y con derechos, determinante para garantizar el futuro de las presentes generaciones, parar las violencias, parar las víctimas y ponernos de acuerdo en “lo fundamental” el elemento central de las democracias.

Esta conmemoración ha sido una reflexión permanente de que tan “Firmes con el Acuerdo” estamos como sociedad, como Estado, como gobierno, como actores firmantes de paz, como garantes, como observantes, como víctimas, como hijos e hijas de décadas de violencia, todas y todos tenemos responsabilidad de cambiar el rumbo de la historia que nos ha marcado.

De las ganancias de este proceso de Paz que vale la pena resaltar es sin duda el avance en la implementación y estructuración de una institucionalidad “Queriente” del tema, con presupuestos, equipos de trabajo y como diría “Don Luisito” -un gestor documental funcionario comprometido con los datos, protocolos, procedimientos y memoria de la función pública- con indicadores que puedan medirse, valorarse, seguirse, compararse. Una realidad el día de hoy que se hace presente en más de 50 entidades de la estructura del Estado que tiene el componente de paz, con metas y recursos. Un avance muy importante en la implementación de la paz, y asignación de los recursos especialmente en los ámbitos territoriales y directamente con las comunidades.

Uno de los instrumentos técnicos más relevante que ha resultado de este caminar ha sido El Plan Marco de Implementación – PMI, acordado por las altas partes contratantes en la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación –CSIVI–, es la herramienta de planeación fundamental que tiene la implementación del Acuerdo de Paz. Un compromiso pendiente de cumplir del Acuerdo Final, que permitirá que los recursos asignados a la implementación correspondan a la realidad económica del país de 2024. En otras palabras: la implementación del Acuerdo Final de Paz tendrá más recursos disponibles y unos indicadores ajustados a la realidad de hoy, que generarán un mayor impulso para que la promesa transformadora del Acuerdo Final de Paz alcance una dinámica imparable.

 

¿Cómo va la implementación?

A la fecha los datos de implementación no son los mejores, todas las y los actores de todas las esferas, como los firmantes, gobierno, garantes, organizaciones, instancias y comunidades han coincidido que el rezago es evidente, a 8 años, 52% de cumplimiento en términos de gestión no en resultados, es un dato preocupante, y una fase que requiere empiece a tener prioridad en las etapas venideras. Sin contar las víctimas que aún se cuentan, según Indepaz a la fecha 435 firmantes de paz han sido asesinados desde la firma de los acuerdos y más de 1.691 líderes sociales, ambientales, defensores de derechos humanos.

De acuerdo a las afirmaciones del vocero de la IEANPE, la Instancia Especial de Alto nivel de los Pueblos Étnicos Rodrigo Castillo: “Han pasado 8 años de la firma del acuerdo, y aunque hay avances importantes, no dan cuenta de las necesidades que viven las y los líderes y las comunidades en el día a día, urge ya la implantación de lo acordado y el diálogo con los nuevos actores que continúan haciendo presencia en medio de nuestros barrios y veredas, quebrando nuestro tejido social y dinámicas propias de relacionamiento, economías y desarrollo de nuestras culturas y saberes, afectando a nuestros jóvenes y mujeres, sembrando la vida de miedo, no podemos seguir normalizando la violencia con el deber ser, es el momento de la determinación y pasar con mayor decisión a los resultados y garantizar el silenciamiento de los fusiles y la puesta en

marcha de las políticas públicas del cambio en las regiones. Tenemos la esperanza que estamos a tiempo de recobrar el rumbo y garantizar la vida y la paz para nuestras gentes…”

Se espera que el Plan de Choque para la Paz y los Planes territoriales propuestos y liderado por el señor Ministro del Interior Juan Fernando Cristo, quien como jefe de la cartera ha asumido la tarea de la implementación de la paz desde el fortalecimiento y relacionamiento de las regiones y los escenarios locales, donde las actuales iniciativas del Gobierno Nacional buscan llevar seguridad, justicia y oportunidades a las comunidades más afectadas por el conflicto, consciente de la situación afirma que, “la implementación sigue adelante con pasos concretos, superando obstáculos y con la convicción de que la Paz no es una meta aislada, sino un camino compartido. Hemos acelerado la transformación mediante el Plan de Choque, que fortalece nuestra presencia en las regiones PDET y articula los esfuerzos para garantizar seguridad, justicia, y progreso. Juntos, con los firmantes de paz y la ciudadanía, reiteramos que la paz se construye cada día, y cada paso renueva la esperanza de un mejor mañana.”

 

¡El Deber Ser!

Convertir las posibilidades que ofrece el Acuerdo de Paz en realidades que permitan la construcción de paz, la reducción de las violencias y la ampliación de la democracia nos exige a todos los colombianos y colombianas ponernos de acuerdo en algunos asuntos que permitan superar círculos de conflictividad y violencia que evitan el desarrollo, un acuerdo nacional como lo ha llamado el actual gobierno.

De acuerdo a los planteamientos de análisis realizados por los equipos técnicos y las instancias de la implementación, vale la pena resaltar algunos componentes de lo que serían las líneas gruesas de conclusión para atenderse este momento o etapa de implementación y construcción de Paz en Colombia:

El primer acuerdo que debemos alcanzar es que el Estado colombiano debe llegar a las regiones más afectadas por el conflicto con una oferta que aleje a los jóvenes de la violencia como una alternativa de vida. Esto pasa por la construcción de hospitales y centros de salud, colegios, sedes universitarias, vías terciarias, oportunidades de ingresos y también por una gestión estratégica de seguridad que lleve a una acción efectiva frente a los grupos que operan economías criminales en el territorio.

Un segundo acuerdo es el de la reducción de la radicalización política: los discursos que median la conversación política generan tal cantidad de ruido que no estamos siendo capaces de escucharnos. Para ampliar la democracia en Colombia resulta indispensable que reconozcamos legitimidad del otro y superar de una vez por todas la falacia de que en cualquier contradictor hay un enemigo: enriquecer el debate y construir un país en donde el desarrollo en paz sea posible pasa por escuchar, pero también por reconocer el valor en el discurso del contradictor.

Al reto se suma la territorialización de la política de seguridad y desmantelamiento de organizaciones criminales, así como la reincorporación efectiva de los firmantes de paz y el desarrollo de varios puntos pendientes del Acuerdo Final.

Ahora bien, en el contexto de la aceleración de la implementación del Acuerdo Final de Paz se presenta un nuevo elemento de desafío, este es la articulación interinstitucional que tiene que darse para concretar acciones implementadoras fuertes y efectivas. Esta articulación deberá darse en el marco del Gabinete de Paz.

Así, la visión hoy con el Plan de Choque para la Aceleración de la Implementación del Acuerdo Final de Paz, llevará a que, a través de la transformación efectiva de los territorios, los procesos y los cambios sean imparables. Solo, así lograremos que el impacto del Acuerdo sea exponencial en la medida en que las siguientes administraciones deban garantizar llevar desarrollo y progreso a todos los rincones del país, especialmente a los siete millones de colombianos que viven en las regiones del conflicto.

Sin duda en este momento histórico es menester de todos las y actores de la sociedad colombiana, desde su lugar de enunciación, recuperar con entusiasmo y esperanza la mirada al futuro, creer que es posible construir una sociedad nueva, con derechos y en paz.

Desde la institucionalidad queda en manos del Gobierno Nacional y todas sus instancias, la CSIVI – Comunes – la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia, la Instancia especial de Mujeres para el Enfoque de Género en la Paz, la IENAPE, la Contraloría, Así va la PAZ, Alcaldía Mayor, Filarmónica de Bogotá, aliados y convocantes a esta celebración, la comunidad internacional, la sociedad en general, acelerar el paso y entregar resultados efectivos, tangibles, sentidos y recibidos por las comunidades, que podamos sentir lo más pronto posible, que nos permita sentir la paz más importante, la paz interior la que da la fortuna de poder vivir sin miedo.

 

¡Urge fortalecer la esperanza y avanzar con determinación por la paz de Colombia y la Paz del Mundo!

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