Editorial“Una victoria tardía”

“Una victoria tardía”

Por: Jennifer Dalley Pedraza Sandoval

Representante a la Cámara por Bogotá, Partido coalición Centro Esperanza

 

Colombia le dijo al mundo que la niñez en este país importa a través de la ley que prohíbe el matrimonio infantil y las uniones tempranas, abogando porque las niñas y niños puedan tener proyectos de vida sin depender de una pareja. La aprobación de la ley “Niñas no esposas” es un mensaje histórico a la niñez, es responderles por la ausencia del Estado y de los distintos gobiernos en su tarea básica de garantizar una vida libre de violencias.

Por fin, después de 8 intentos previos, se eliminó del Código Civil la posibilidad de contraer matrimonio con menores de 18 años. Increíblemente, en pleno 2024 aún los niños y niñas se podían casar con el permiso de sus padres a partir de los 14 años. Lo realmente importante, más allá de las disposiciones legales, es un mensaje de cambio cultural para una sociedad que nos dice todo el tiempo que no estamos completas sin una pareja, pero sobre todo un llamado a los hombres en Colombia, “Las niñas no deben ser objetos de deseo”.

Para 2020, el Fondo de Naciones Unidas para la Niñez (UNICEF) calculaba que una de cada cuatro mujeres jóvenes en América Latina se casó o formó una unión temprana antes de los 18 años. En Colombia la mayoría de estas uniones ocurren con parejas bastante mayores que las y los menores con quienes las contraen, lo cual crea un contexto de disparidad y de sometimiento en el que la violencia de todo tipo se hace cotidiana. Es urgente erradicar la sexualización de las niñas y adolescentes, no es normal que nuestras parejas nos doblen la edad.

 

Probablemente si pensamos en nuestras abuelas, mamás o tías, conoceremos la historia de una mujer que desde pequeña tenía responsabilidades de cuidado en sus hogares. Colombia ocupa el puesto 20 a nivel mundial con respecto al número de niñas casadas o unidas antes de cumplir los 15 años, y en comparación con América Latina y el Caribe, ocupa el puesto 11 en adolescentes unidas antes de cumplir los 18 años. La historia de nuestras familias es ver niñas siendo madres y seguramente estamos orgullosas de sus valientes historias, pero esto debe cambiar, el futuro es ahora, mantener prácticas nocivas sólo acaba la posibilidad de vivir con dignidad.

Es importante el énfasis que hacemos en las niñas porque, aunque los niños y hombres adolescentes también son víctimas de esta práctica nociva, el 17% de las uniones entre parejas involucra a adolescentes de entre 13 y 19 años, quienes, en promedio, ocho de cada diez son mujeres y este número se ha mantenido constante desde el año 2000.

Además, las consecuencias para la sociedad en general son muy graves, cuando una niña se casa, aumenta el embarazo adolescente, que representan el 18,2% (612.228 nacimientos) del total de nacimientos, aumenta la mortalidad materna, fetal e infantil en niñas y adolescentes, se incrementa la desescolarización y la no permanencia en el sistema educativo y la participación e ingresos laborales, porque se crea en su mayoría una dependencia económica.

 

¿Ahora qué nos falta? Aprobar la ley es el primer paso para lograr ser un país más justo, desde el Congreso estaremos vigilantes en la modificación de la política pública de infancia y adolescencia, y de los informes anuales de todas las entidades que tiene responsabilidad en erradicar esta práctica nociva, pero esto no será suficiente si en conjunto la sociedad no rechaza esto.

Además, independiente del Gobierno de turno, debemos exigir un compromiso político con esta causa, eso se refleja en el presupuesto, el seguimiento a la implementación y una verdadera articulación interinstitucional para el cumplimiento de las metas de esta política pública.

Eterno agradecimiento a las organizaciones de sociedad civil que llevan años luchando por esto, no sólo en Colombia sino en el mundo. Esta es una causa de la humanidad por la vida, es una esperanza en medio de esta guerra, es la valentía de mujeres en distintas comunidades que se levantan contra ejercicios de poder que no quieren cambios, es el coraje de todas las niñas del mundo diciendo que son dueñas de sus vidas y es la deuda de todos los países con las próximas generaciones en donde esto aún es permitido.

Nuestra siguiente batalla es la erradicación de la mutilación genital femenina, otra gran batalla de transformación cultural y una iniciativa que busca justicia, seguimos convencidas de construir una sociedad libre de violencias.

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