comisionesTransporteReforma al código ferroviario: ¿vuelve el tren a Colombia?

Reforma al código ferroviario: ¿vuelve el tren a Colombia?

¿Qué pasó con el tren? ¿Por qué no continuaron las operaciones públicas a nivel nacional? Son más de 180 años en los que el tren acompaña a los colombianos como una de las alternativas de transporte más económica y amigable con el medio ambiente.

Por: Juan Andrés González

Luego de la Revolución Industrial, hacia finales del siglo XVIII, el tren llega a Colombia marcando la diferencia entre la era colonial y la industrialización en casi toda la región andina de Suramérica. El sistema férreo empujó el desarrollo del país a tal magnitud que era catalogado como el mejor del planeta, ya que conectaba desde Panamá los océanos Atlántico y Pacífico.

De lo anterior, infortunadamente al país no le quedó un solo centavo en regalías, ya que en 1835 el Congreso de la Nueva Granada aprobó la primera Ley de Vías Férreas, entregando la primera línea a la inversión estadounidense, negocio al que le sacaron provecho hasta finales de 1855.

La corrupción, la burocracia y la falta de apropiación nacional han sido los principales flagelos por los que el tren dejó de funcionar para los colombianos. Desdichadamente, para la tributación y el desarrollo económico del país, el tren en la actualidad funciona en menor proporción, pero es aprovechado económicamente en su mayoría por los privados.

En 1865 comienza uno de los proyectos más ambiciosos de la historia colombiana, el tren hacia el interior del país, el cual buscaba conectar las principales capitales con las regiones. Se desarrolló entre 1878 y 1935, bastante tiempo en construcción para tan poco tiempo en ejecución.

Es importante recordar que, a comienzos del siglo XIX, gran parte de estas inversiones destinadas al tren fueron financiadas después de la venta (indemnización) de Panamá a los Estados Unidos, algo que se esperaba fuera bien invertido, pero entre la mala inversión en proyectos como el del cable de Gamarra (Cesar) y Ocaña (Norte de Santander), algo que para la época rompía con los imaginarios de lo real y que, al igual que el tren del interior del país, quedó en el olvido y el silencio de la corrupción.

Según los dirigentes de turno, los sobrecostos incrementaron el sostenimiento de estos dos sistemas (tren y cable), situación que al día de hoy ratifica la falta de voluntad política para que los proyectos se sostengan en el tiempo.

Pareciera que las llantas de caucho, la gasolina y demás ‘comodidades’ que pueden tener los buses y camiones, le ganaron la batalla a la sostenibilidad de un transporte amigable con el medio ambiente y que le dejarían muchas más fuentes de ingreso al país y a las familias que dependían de esta actividad cuando funcionaba el tren de los colombianos.

Contrastado con los conflictos que se presentaron en el siglo XIX y XX, y aunque el tren renovó la economía colombiana con miles de empleos, el ocaso del desarrollo a través del tren fue atravesado por el filo del apogeo del mal manejo de los recursos públicos y la corrupción, lo que decantaría el final del tren público y directamente le entregaría en una menor proporción el tren a los privados.

Desde 1865 distintos trenes fueron entregados a las regiones más productivas que a punta de café, ganado, palma, aceite, carbón y minerales sacaron la cara por el desarrollo del país y dejaron en lo más alto al tren de los colombianos. Entre las líneas férreas más renombradas aún se cuenta, aunque sin rehabilitar estructuralmente en su mayoría, con el Ferrocarril de Antioquia, el Tren de la Sabana, el Ferrocarril de La Dorada y del Pacifico, el tren de Bolívar y del Cesar, entre otros que en su momento fueron el salvavidas de los residentes de todos los corregimientos de las más de 429 estaciones por todo el territorio nacional.

El ocaso del gran sistema comienza en 1988 cuando la entidad Ferrocarriles Nacionales fue liquidada, las razones del Gobierno de entonces: las cargas al Estado y los gastos innecesarios. Ese mismo año se crea Ferrovías con la finalidad de recuperar y extender con redes férreas modernas una alternativa para integrar el sistema férreo con los demás sistemas de transporte.

Tiempo después, en 2003, nuevamente la corrupción hizo que no hubiera resultado. Ferrovías se liquidó para darle paso Instituto Nacional de Concesiones, posteriormente Agencia Nacional de Infraestructura (ANI).

Para el gobierno de Gustavo Petro es claro que reactivar el tren de los colombianos es una necesidad, entendiendo que el código ferroviario lleva más de 100 años sin ser modificado por el Congreso de la República. Esta reforma será tramitada por la Comisión Sexta de la Cámara, encargada de los temas relacionados con el transporte.

Para muchos, esta modalidad de transporte puede caracterizar la competitividad directa y así posicionar a nivel mundial el transporte de mercancías de alto volumen, de corta y larga distancia, con bajos costos en las operaciones, menos congestión vehicular y emitiendo menos gases contaminantes, siendo así la alternativa más amigable con el medio ambiente y la transición energética que pretende este Gobierno.

La vida de las personas que dependían de los ferrocarriles no ha sido nada fácil desde que los trenes dejaron de ser públicos. Por ejemplo, hace más de 35 años el tren nacional de Palito dejó de transitar por los departamentos del país. En la actualidad, a duras penas sobreviven sus habitantes, obligados a rediseñar las actividades económicas para subsistir.

Le hacen un llamado al Gobierno para que en el menor tiempo posible este proyecto, de autoría del Ministerio de Transporte, sea tramitado y se convierta nuevamente en Ley de la República. En la actualidad, no más de veinte estaciones por todo el territorio nacional funcionan, y en su mayoría para el beneficio y usufructo económico de empresas privadas.

La opinión de los representantes

El representante Cristian Garcés del partido Centro Democrático por el departamento del Valle del Cauca, opinó: Los colombianos necesitamos más sistemas de transporte multimodal; usamos barcos, buses, tractomulas, pero necesitamos el transporte férreo para abaratar las operaciones y costos del transporte y llegar a los territorios más alejados. Es necesario reglamentar la actualización del Código, estoy totalmente de acuerdo, pero para eso debemos garantizar unos recursos y así poder lograr concesiones importantes, entre esas la conexión del Pacífico con todo el interior del país que hoy está quieta y sin operación, esto le traería más transporte de pasajeros y turismo, lo que mejoraría las condiciones económicas de todos los departamentos que tienen líneas férreas (…); como oposición estamos de acuerdo con este proyecto porque estamos seguros que Colombia tiene serios atrasos viales y esperamos que este Gobierno cumpla con la meta que se propuso de reactivar el tren de los colombianos” .

Por su parte, el representante Hernando Cadavid, del Centro Democrático por el departamento de Antioquia, le parece importante esta reforma al código férreo y resalta la importancia de este avance, dejando la salvedad de que se debe estudiar a fondo cualquier tipo de reforma que comprometa recursos públicos: “Zonas del país tienen transporte férreo, especialmente las zonas de la costa, pero de beneficio privado, es un error que el país haya renunciado al transporte férreo, de carga o de pasajeros; hoy en Medellín necesitamos que se desarrolle por fin el proyecto del Tren del Río, que es complementario al Tren de Medellín.

Es necesario también para las zonas urbanas, todo proyecto que avance en el desarrollo del transporte férreo lo apoyaremos (…), es usual que cuando avancen los hechos y avances tecnológicos, también se tengan que hacer actualizaciones normativas, tendríamos que revisar qué de lo que ya existe tenemos que mantener y modernizar, y de acuerdo a eso, con las especificaciones de los proyectos que se vayan a implementar, traer al Congreso los insumos necesarios para poder actualizar este código férreo”.

Finalmente, Ciro Antonio Rodríguez, representante del Partido Conservador por el departamento Norte de Santander, considera que “para mejorar la productividad y el desarrollo en el país es urgente que vuelva el tren de los colombianos. Recuerdo de joven cuando tomaba el tren de Palito, ver la riqueza que se desprendía de esta actividad hacia enorgullecer a cualquier colombiano (…); para los años 70 y 80 el tren es reemplazado por los buses (…). Urge que vuelva el tren, necesitamos un país más competitivo, necesitamos más progreso, no es posible que sea más costoso un flete de Bogotá a La Guajira que uno de Colombia hacia China, necesitamos un tren especializado y  de paso, estoy seguro, esto reactivará el transporte fluvial y multimodal en todo el país”.

Revivir un muerto viviente, es el primer escenario legislativo que tiene que atravesar este Proyecto de Ley, debates que definirán las reglas para que las inversiones perduren y sean bien direccionados los recursos para reactivar el tren en Colombia.

 

Foto de portada: Agencia Nacional de Infraestructura

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

back to top button