Después de múltiples intentos, se aprobó la prohibición de las corridas de toros en Colombia
Por: Andrés Agudelo Zorrilla
La cultura no es un fenómeno estático, vive en constante transformación. Con estos cambios, los valores morales de las sociedades también se modifican y con ellos se expande la sensibilidad sobre determinados temas, uno de ellos es la forma en la que los seres humanos se relacionan con los seres sintientes.
No obstante, las reformas culturales suelen darse en medio de conflictos, encontrando resistencias y dificultades para que las viejas tradiciones sean remplazadas por nuevas. Precisamente, esta ha sido la historia de la defensa de los animales en Colombia y particularmente, los activismos antitaurinos que tras años de estar en pie de lucha impulsando la prohibición de las corridas de toros y otras formas de tauromaquia, vieron un asomo de esperanza en los últimos días.
Y es que, el pasado 28 de mayo de 2024 la plenaria de la Cámara de Representantes aprobó en cuarto y último debate el proyecto de ley 309/23S-219/23C por medio del cual “se aporta a una transformación cultural mediante la prohibición en todo el territorio nacional, del desarrollo de las corridas de toros, rejoneo, novilladas, becerradas y tientas, así como de los procedimientos utilizados en estos espectáculos enmarcados en tradiciones culturales, que socavan la integridad de formas de vida no humana.”
Este hecho marca un hito en la historia de la causa del bienestar animal que, tras varios intentos en diferentes legislaturas, no había podido pasar a instancias tan avanzadas, pero, ¿qué condiciones han propiciado esta hazaña en esta legislatura?
De acuerdo con el ponente de este proyecto de ley, el representante a la Cámara Alejandro García, del Partido Alianza Verde, además de los cambios culturales y del rechazo creciente del país hacia expresiones de violencia en todas las dimensiones de la sociedad, todo apunta a que la composición política del Congreso actual favoreció el avance de esta iniciativa.
“Este es un Congreso renovado, la Cámara de Representantes en particular es una corporación con un buen porcentaje de representación joven y que, además, le apuesta a un cambio por las formas en las que se ha venido haciendo política y construyendo país, pero sobre todo que quiere responder a las peticiones de sus electores”, afirma el congresista García.
Este argumento cobra sentido si se tiene en cuenta que en una encuesta de Datexco publicada en noviembre de 2022, se evidenció que el 85% de los colombianos está de acuerdo con prohibir las corridas de toros, por lo cual, el accionar legislativo estaría en coherencia con el consenso social.
No obstante, este cambio de conciencia popular obedece a un largo trasegar de personas y colectivos que desde las regiones y las diferentes corporaciones públicas, dieron batallas incansables en pro de una agenda de bienestar animal. Así lo hace saber la activista animalista Paulina Pulgarín Serna, ingeniera ambiental y especialista en derecho del medio ambiente cuando dice que estos esfuerzos “han dado frutos y han generado un creciente interés social por la abolición de prácticas crueles como las corridas de toros. Prueba de ello es la disminución de las corridas en ciudades como Bogotá y Medellín, donde han cesado hace años, y la reducción del público en plazas emblemáticas como las de Manizales y Cali. Esta tendencia refleja un cambio de paradigma en la sociedad colombiana, que cada vez más rechaza el maltrato animal en nombre del entretenimiento.”
Precisamente, fueron estas conquistas tempranas las que inspiraron y dan fuerza al núcleo de este proyecto, que más allá de la prohibición, da alternativas para el sector económico asociado a la tauromaquia, con una propuesta de concertación interinstitucional alrededor de estrategias y focos de acción para la reconversión económica y la transformación de los espacios para otros fines como el entretenimiento, la cultura y el comercio.
Dos grandes referentes de este tipo de iniciativas son Medellín, con la plaza de toros La Macarena, que desde hace años viene realizando eventos musicales como conciertos de gran relevancia para el área metropolitana del Valle de Aburrá. Por otro lado, la plaza de toros La Serrezuela de Cartagena, que ya ha ganado varios reconocimientos entre ellos el premio Travellers’ Choice 2021 de Tripadvisor y el Premio de Excelencia de la cadena de medios Connde Nast, al convertir este escenario dirigido a las corridas, en un centro multipropósito con locales comerciales, zonas gastronómicas y plaza de eventos.
Esto representa un “sí se puede” para los otros espacios que, hasta la actualidad, son escenarios de corridas de toros, marcando una ruta de oportunidades en materia de ingresos, diversificación de inversiones, creación y apropiación de productos culturales y transformación económica de ciertos segmentos de la población.
A pesar de ello, hay resistencia por voces que apoyan la tauromaquia y que se ven representados por algunos congresistas, quienes advierten sobre los efectos económicos y la afectación que, en su opinión, tendría la prohibición de las corridas de toros. Aunque no existen fuentes de consulta sobre cuántas podrían ser las personas afectadas y los empleos perdidos, puesto que el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, DANE, no tiene cifras oficiales, este proyecto de ley insta al gobierno a levantar una línea base de los grupos familiares que perciben su sustento directamente de la corrida de toros.
Cualquiera que sea el caso, en opinión de sus defensores, la afectación de la prohibición no es más grande que los efectos positivos que trae consigo la reconversión económica. “Este tipo de actividades abren las puertas para fomentar la creación de nuevos puestos de trabajo, además de facilitar al comercio el beneficio sobre el uso de estos escenarios; debido a que estos espacios podrán ser destinados a la celebración de varios eventos a lo largo del año o en su defecto podrán convertirse en centros comerciales que generen ingresos permanentes, y no estar limitados a una semana de temporada taurina”, aseguró el representante García.
El espíritu del proyecto, por tanto, no es poner el bienestar animal sobre el humano, sino encontrar una oportunidad de desarrollo regional en una apuesta ética y consciente sobre la protección de la vida de otras especies.
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